miércoles, 16 de marzo de 2016

LA CUARTA MARATÓN

¿Dónde encontrar la emoción, si ya es la cuarta maratón que haces en tu vida y si la corres por la ciudad que conoces palmo a palmo? Alguno pensará: “pues en enfrentarte otra vez a la mítica distancia de 42.195 metros, ¿no es suficiente?” Sí, pero no. El interés, esa cosa por la cual la maratón engancha y te hace disfrutar, en este caso lo tienes que buscar en otro sitio. ¿Dónde? Pues si la primera maratón fue como ponerte delante de un animal salvaje al que tenías que domar, y al final, con miedo, con dolor, con mucho esfuerzo lo logras hacer tuyo. La cuarta es como correr 42 kilómetros junto a un lobo que has domesticado pero que en cualquier momento puede recordar su origen salvaje y destrozarte. Ahí está la emoción, en enfrentarte a una distancia que conoces pero que nunca podrás controlarla del todo y cualquier exceso, cualquier error, en el momento que bajes la guardia, esa distancia recuerda su origen salvaje y bélico y te vence.

Por suerte, esta vez no fue el caso. Ni Olga ni yo sucumbimos a ella y le volvimos a ganar: 4-0 y vamos a por la manita.